¡En ciertos mercadillos podemos encontrar de todo! Vendedoras y vendedores lanzan sus voces a los cuatro vientos, y a veces es difícil saber quién tiene más labia a la hora de vender.
Pero es que hubo uno una vez capaz de vender de todo: monumentos, montañas… ¡incluso ciudades enteras! Y eso sabemos que no puede ser, porque el mundo es de todos y de todas, ¿verdad?
Un cuento maravillosamente irónico con un mensaje maravillosamente humanista.