Hay veces en las que la gente se ofende con facilidad. Pero no tenemos que amedrentarnos, sobre todo si creemos tener la razón. Porque las consecuencias pueden ser… ¡desastrosas!
Fijaros en este estudiante que, por no ofender a un nueve en una división, suspendió la evaluación. Y eso es porque el estudiante tenía razón.